El mundo entero se viste de tus colores, se une a tu dolor,
ese dolor tan profundo y desesperante que ralla la locura. No hay un bálsamo para
curar la angustia y desesperación que un acto tan ruin puede causar. El miedo está
en el aire, se quiere instalar en los corazones afligidos, es con eso con lo
que intentan jugar seres que no merecen ser llamados personas. Miles, millones
de lágrimas han sido derramas y miles más se derramaran, me uno a ellos y sumo
mi dolor.
Un acto vil e
inhumano cometido por humanos, el narcisismo de nuestra especie es tan grandes
que cometemos barbaridades creyendo que
es lo correcto. Quitar vidas inocentes, producir dolor a sus familiares,
sembrar el pánico y la desesperación, torturar y disfrutar con ello en nombre
de Dios… Cuan irónico resulta. Y no podemos mostrarnos intolerantes, por el
dolor, porque la venganza y el odio solo producen más de esto, porque la culpa,
ciertamente es de las personas y no de la religión. Pero que otra solución hay
si para alcanzar la paz hay que cruzar por la guerra.
Fallen.